viernes, 6 de enero de 2017

HOY.

Un lugar, en el remoto interior, mágico. De sutilezas y colores nuevos, de aromas que vibran, luz, dorado, rosas.
Así es tu presencia.

Amor.

De maestros.

Rey Lennot y el caminante, maestros y aprendices, ambos por igual. En su sin fin de evoluciones conocen a grandes maestros. Se reconocen.

Inmensidad de todo, presencia magnífica e incomparable, Tú maestro por excelencia, tan grande como infinito. Entre consejos y enseñanzas crecen, entre amor y luz. Tú que los presentaste, tú que los guías, tú que los haces uno en el todo. Tú que sabes que son uno, que así lo dispusiste. Inteligencia superior, amor infinito. Gracias.

Evolución.

Rey Lennot, camina, trota, respira hondo, corre y corre. No para. Como al viento nada lo para.
Es ese sentimiento de ver, estar y ser. Todo encastra a la perfección, pero no es él quien lo maneja, es espectador ante tanta luz. Luz  que invita y lo hace parte, a ser UNO. Todo lo que la luz toca, despierta. Pues él jamás vio tanto, sintió tanto, respiro tanto.
Esa presencia en él lo define, lo guía y enseña, lo levanta y lo desploma. Lo activa.

Pequeño entre tanta inmensidad, "humildad estimado, humildad". Ser ese niño que siempre es, no fue, ni será, ES. 

Despertares.

Ya no espera, porque ya lo vive en él, donde siempre estuvo él. Escondido, agazapado, expectante. Iluminado en su interior, descubre su valor, su confianza. Rey Lennot se acerca y ve de otra forma al caminante, con más empatía. Más unión, como el maestro que es en ambos, son el uno con el otro. Designios mágicos de un todo por conocer, el paralelo. Allí donde todo nace, crece y se desarrolla. En la luz, afinada como orquesta funciona la existencia del todo, sutil, clara, verdadera. REAL.